Cuba/Solidaridad con Cuba

Nuevo Código de las Familias en Cuba es un logro revolucionario


El diálogo nacional para redefinir a las familias demuestra lo robusta que es la democracia de la clase trabajadora



Por Duane Stilwell

El 25 de septiembre, en 24 mil centros de votación en toda la nación caribeña, los ciudadanos cubanos votaron sobre un nuevo “Código de las Familias”. El Código reemplaza los estatutos que hasta ahora habían regulado las relaciones familiares. El antiguo código, en vigor desde 1975, ha quedado obsoleto por las nuevas estructuras familiares y los profundos cambios sociales que se han producido en Cuba en las décadas desde entonces.

La ratificación del nuevo código es un logro verdaderamente revolucionario. El proceso de su aprobación también mostró la pujanza de la democracia obrera en Cuba.

El referéndum fue la culminación de años de activismo y discusión, y de la evolución de un consenso en todo el país que finalmente amplió el concepto de lo que constituye la familia cubana hoy, en su creciente diversidad.


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El Código redefine la “familia” como una asociación que puede tomar diferentes formas, pero se basa en valores de amor, respeto y solidaridad. Esto representa una ruptura más tajante con la idea tradicional de la “familia paterna” — una pareja heterosexual con hijos y, a veces, los abuelos, en la que el padre es la figura dominante tanto en asuntos financieros como sociales. Ése era ciertamente el modelo en Cuba antes de la revolución.

Con esta nueva definición, el Código legaliza el matrimonio gay y las uniones civiles, así como la adopción de niños por parejas del mismo sexo. La nueva ley también fortalece los derechos y protecciones de los niños y adolescentes, amplía aun más las garantías a los derechos de las mujeres, y promueve la equidad en el reparto de los derechos y las responsabilidades domésticas entre ambos padres sin importar el sexo o el género. También apuntala el progreso que Cuba ha logrado en la lucha contra la violencia doméstica y codifica los derechos de los discapacitados y los ancianos dentro de la familia.

Los resultados publicados por el Consejo Nacional Electoral muestran que el 74% de los 8.4 millones de cubanos en edad de votar participaron en el referéndum. Una mayoría decisiva, casi 4 millones de personas, o alrededor del 67% de los que votaron, aprobó la medida. Alina Balseiro Gutiérrez, presidenta del consejo electoral, difundió detalles de los resultados en un programa de la televisión estatal el día después de la votación. Una minoría sustancial de casi 2 millones, o el 33% de los votantes, se opuso a la ratificación.

La democracia de la clase obrera

La forma en que el pueblo cubano efectuó este cambio a través de sus organizaciones de masas y de su gobierno es un signo de la pujanza de la democracia participativa de la clase trabajadora en la nación caribeña, un proceso muy diferente a la democracia burguesa que prevalece en el mundo capitalista. En lugar de que los ciudadanos sólo tengan el derecho de votar por los candidatos postulados, los cuales siempre representan a la clase que posee la riqueza y controla el poder político, el pueblo cubano debatió y editó la propuesta que fue redactada inicialmente por sus representantes.

Asamblea vecinal en La Lisa, Cuba, en febrero del 2022. Fue una de las 79 mil reuniones que tuvieron lugar en todo el país entre febrero y junio de este año donde más de 6 millones de personas debatieron y pusieron su estampa en el nuevo Código de las Familias. El Código fue aprobado por una rotunda mayoría de dos tercios en un referéndum el 25 de septiembre. (Foto: Adalberto Roque / AFP)

Entre febrero y junio de este año ocurrió un diálogo exhaustivo a nivel nacional sobre el texto inicial del proyecto de ley. Más de 6 millones de ciudadanos cubanos participaron directamente en aproximadamente 79 mil reuniones. Como las propuestas adicionales y los cambios sugeridos fueron tantos, tuvo que reescribirse casi la mitad del texto original. La Asamblea Nacional, el parlamento de Cuba, aprobó el texto final antes de que se sometiera a un referéndum.

La iglesia católica y un creciente movimiento evangélico en Cuba encabezaron una concertada y ruidosa oposición al nuevo Código de las Familias. Días antes de la votación, por citar solo un ejemplo, el padre Kenny Fernández Delgado publicó en su página de Facebook: “No creo en la ideología de genero, no acepto la autonomía progresiva del menor, no acepto que a personas del mismo sexo se les pueda conceder adoptar un menor de edad, no creo en la gestación solidaria y además no creo en el matrimonio igualitario, sino que creo en el matrimonio entre un hombre y una mujer”.

El que tales líderes religiosos y muchos otros hayan podido promover sus conservadores puntos de vista en redes sociales y otros medios es elocuente testimonio de la democracia del proceso. Esta campaña contra la ratificación del nuevo código jugó un papel importante en la magnitud del voto en contra.

El “no”, sin embargo, también debe mucho a la realidad de que la conciencia social — sobre la cuestión de la familia y otros temas — sigue siendo desigual durante muchos años después del acontecer de una revolución, inclusive en una tan profunda como la Revolución Cubana.

El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, capturó esta idea al emitir su voto el 25 de septiembre. “La mayoría de nuestra gente votará a favor del código”, predijo, “pero incluye cuestiones que nuestra sociedad en su conjunto aún no entiende”.

“Digo sí”, reza la inscripción superior de un cartel en Cuba que promueve la ratificación del nuevo Código de las Familias. “Código sí”, dice la parte inferior. “Protección”. El decisivo voto por el “sí” mostró que la clase trabajadora cubana continúa progresando políticamente a pesar de los implacables desafíos económicos. La minoría considerable que votó “no” indica que la conciencia social sobre la cuestión de la familia y otros temas sigue siendo desigual durante muchos años después de una revolución, incluso una tan profunda como la Revolución Cubana.  (Foto: Yamil Lage / AFP)

Lo que sí queda claro es que va a continuar la discusión en el seno de la población cubana sobre los diferentes conceptos de lo que constituye una “familia”.

Gestación solidaria sin incentivos monetarios

La nueva ley codifica nuevos derechos en muchas esferas de la vida familiar. Se extiende a más de 100 páginas e incluye casi 475 artículos, así como docenas de disposiciones auxiliares.

Además de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, amplía la definición del matrimonio para incluir las uniones de hecho de las parejas que han vivido juntas durante más de dos años sin haberse casado, y hace que ahora sea más fácil para cualquier persona cambiar su apellido.

El Código facilita la gestación subrogada, estableciendo un marco para los actos de “gestación solidaria” que favorecen “el ejercicio del derecho de toda persona a tener una familia y se sustenta en el respeto a la dignidad humana como valor supremo”.

El artículo 130 establece que esto solo debe hacerse “por motivos altruistas y de solidaridad humana; entre personas unidas por vínculos familiares o afectivamente cercanos; siempre que no se ponga en peligro la salud de quienes intervienen en el proceder médico; y en beneficio de quien o quienes quieren asumir la maternidad o la paternidad y se ven impedidos de hacerlo por alguna causa médica que les imposibilite la gestación, o cuando se trate de hombres solos o parejas de hombres”.

Enfatizando el carácter altruista de la práctica, el código establece: “Se prohíbe cualquier tipo de remuneración, dádiva u otro beneficio, salvo la obligación legal de dar alimentos a favor del concebido y la compensación de los gastos que se generen por el embarazo y el parto”.

Ampliación de los derechos de los más vulnerables

El Código también detalla nuevos derechos y protecciones para las poblaciones vulnerables, incluidos los niños huérfanos, las personas con discapacidad y los ancianos. Aborda cuestiones de violencia de género, adopción, matrimonio de hecho, cohabitación, parejas de hecho y los derechos y responsabilidades de las personas que forman parte de familias multiparentales y mixtas, así como todas las ramificaciones legales y financieras que conllevan.

La nueva ley revoca la “patria potestad,[1] un concepto jurídico que existe en toda América Latina y que enfatiza los derechos de los padres. El nuevo Código de las Familias Cubanas lo reemplaza con el concepto de “responsabilidad parental”. Teresa Amarelle Boué, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y miembro del Consejo de Estado de Cuba, señaló que esto incluye las obligaciones de los padres de “garantizar el bienestar y la felicidad de los niños”, así como los derechos de los propios niños.

Teresa Amarelle Boué, Secretaria General de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y miembro del Consejo de Estado de Cuba, habla en la Conferencia de Normalización Estados Unidos-Cuba en la ciudad de Nueva York el 19 de marzo del 2022. Sentados, de izquierda a derecha, están la líder de la FMC, Osmayda Hernández; Katherine Trujillo, del Centro Médico Charles Drew, que lleva a estudiantes a Cuba para estudiar la salud pública; y Luna Gallegos, activista LGBTQ y líder de Belly of the Beast, que produce videos sobre Cuba. La FMC desempeñó un papel clave en la campaña por ratificar el nuevo Código de las Familias en Cuba. (Foto: Argiris Malapanis / Panorama-Mundial)

Fortalecimiento de los derechos de las mujeres

El Código de las Familias también fortalece los derechos de la mujer a través de una gran cantidad de detalles en el entramado mismo del documento.

El artículo 4 del título 1 del Código establece que sus disposiciones se basan en la “igualdad plena entre mujeres y hombres, […] la distribución equitativa del tiempo dedicado al trabajo doméstico y de cuidado entre todos los miembros de la familia, sin sobrecargas para ninguno de ellos, y […] que se respete el derecho de las parejas a decidir si desean tener descendencia y el número y el momento para hacerlo, preservando, en todo caso, el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos”. Es importante señalar aquí que el aborto ha sido legal, seguro y gratuito en Cuba durante décadas.

El Código establece además que sus valores fundamentales son “el desarrollo pleno de los derechos sexuales y reproductivos en el entorno familiar, independientemente de su sexo, género, orientación sexual e identidad de género, situación de discapacidad o cualquier otra circunstancia personal”. Esto incluye “el derecho a la información científica sobre la sexualidad, salud sexual y la planificación familiar”, subrayando que dicha información siempre debe ser apropiada para la edad de la persona.

El nuevo Código también detalla las responsabilidades y deberes entre los cónyuges. El artículo 209 establece que ambos miembros de la unión “están obligados a desarrollar sus relaciones libres del empleo de violencia y discriminación en cualesquiera de sus manifestaciones”. El Código también establece que la violencia en el ámbito familiar “se expresa a partir de la desigualdad jerárquica en el interior de la familia” y conduce a la “destrucción de las personas, la convivencia y la armonía familiar”. Observa que las principales víctimas de la violencia doméstica son las mujeres y otras personas por su género, los niños y adolescentes, los adultos mayores y las personas en situación de discapacidad.

Es importante señalar que, con la ayuda de la FMC, el gobierno cubano ha tomado medidas en los últimos años para combatir la violencia doméstica. Esto incluye el establecimiento de centros en 156 municipios para ayudar a las mujeres que son víctimas de esos abusos.

‘Seremos una nación mejor’

“Se ha hecho justicia”, escribió el presidente cubano Miguel Díaz-Canel en un tuit después de la votación. “El amor ya es ley”. Agregó que el nuevo Código es “saldar una deuda con varias generaciones de cubanas y cubanos, cuyos proyectos de familia llevan años esperando por esta Ley. A partir de hoy seremos una nación mejor”.

Una votante sale de las urnas en un centro de votación en La Habana, Cuba, el 25 de septiembre del 2022 durante el referéndum del Código de las Familias. (Foto: Reuters)

Esta conquista es aún más notable porque se logró en medio de las enormes dificultades económicas que enfrenta el pueblo cubano. Éstas surgen de la implacable guerra económica de Washington contra Cuba durante más de seis décadas y que incluyen las 243 sanciones adicionales impuestas por la administración Trump y continuadas bajo la administración Biden; los efectos de la pandemia de Covid-19; el catastrófico accidente en las instalaciones de almacenamiento de petróleo en la provincia de Matanzas el 5 de agosto; y ahora el impacto destructivo del huracán Ian.

De hecho, los resultados del referéndum se anunciaron justo cuando el presidente Díaz-Canel encabezaba una reunión de emergencia para organizar los preparativos para enfrentar este último desastre. El huracán Ian tocó tierra en la isla caribeña el 27 de septiembre, causando tres muertes en todo el país. También causó averías a la anticuada red eléctrica de Cuba — provocando cortes de luz en toda la isla — y daños más generalizados, especialmente en áreas agrícolas económicamente importantes.

El nuevo Código de las Familias registra las conquistas acumuladas por la sociedad cubana desde el inicio de la revolución socialista en su lucha contra el racismo, el sexismo y todas las demás formas de discriminación. También es un testimonio de la transformación que se ha ido forjando en la conciencia de los trabajadores en Cuba.

El Código resalta el liderazgo histórico y el papel educativo desempeñado durante muchos años por la Federación de Mujeres Cubanas. La FMC no sólo ha luchado por defender y ampliar los derechos de las mujeres, sino que también ha desempeñado un papel vital en la lucha contra la homofobia y el machismo, así como otras formas de discriminación.

El preámbulo del Código destaca las contribuciones de Vilma Espín Guillois: “quien como Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, consagró su vida, como verdadera educadora, al empeño de lograr la mayor justicia para todas las personas y hacer realidad el elevado propósito martiano [refiriéndose al líder independentista cubano José Martí] del mejoramiento humano para alcanzar una sociedad sin discriminación alguna”. Como líder central de la Revolución Cubana, Espín fue presidenta de la FMC desde su fundación hasta su muerte en el 2007.

Combatir los prejuicios antigay

El nuevo Código de las Familias es producto de la historia de Cuba y del cúmulo de todas las luchas que han ocurrido hasta ahora en el ámbito social.

La cobertura de la aprobación del Código en los medios noticiosos, tanto en Estados Unidos como internacionalmente, reconoció algunos de los aspectos positivos del documento, pero por lo general ignoró el papel clave que jugó la ciudadanía en la elaboración de la ley final. Una parte considerable de los artículos también hizo hincapié en errores pasados del gobierno cubano, especialmente la discriminación contra los homosexuales.

Durante una gira de conferencias en Estados Unidos en el 2012, Mariela Castro Espín — directora del Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (CENESEX) e hija de Vilma Espín y Raúl Castro, ex presidente de Cuba — abordó estos temas con más detalle.

“En todos los procesos sociales”, dijo Mariela Castro, “siempre hay una lucha permanente entre las ideas progresistas y las retrógradas y dogmáticas”. Explicó que el prejuicio y la discriminación que existían en la Cuba contra los homosexuales antes de la revolución no cesaron después de la revolución.

Castro señaló, por ejemplo, que en la década de 1960, cuando el pueblo cubano se movilizó para defenderse de los ataques contrarrevolucionarios inspirados por Estados Unidos, todos los hombres fueron llamados al servicio militar. Sin embargo, los que objetaron por razones religiosas o de conciencia, así como los homosexuales y otros a veces etiquetados como “contrarrevolucionarios”, fueron asignados a hacer trabajo agrícola en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP).

Para los homosexuales esto fue algo “humillante y discriminatorio”, enfatizó Castro. La práctica “continuó la pauta de homofobia y estigmatización de los homosexuales que prevalecía en la sociedad cubana. [Las UMAP] duraron sólo tres años y fueron eliminadas en 1968”.

También señaló que, durante una entrevista con La Jornada en el 2010, Fidel Castro explicó y asumió responsabilidad por estos errores. “Fueron momentos de una gran injusticia” contra los homosexuales, dijo, y “si alguien es responsable, soy yo… Nosotros no lo supimos valorar… sabotajes sistemáticos, ataques armados se sucedían todo el tiempo: teníamos tantos y tan terribles problemas, problemas de vida o muerte… que no le prestamos suficiente atención”.

Mariela Castro también señaló, durante su gira del 2012 por Estados Unidos, que si bien la lucha por eliminar las barreras para las personas homosexuales y transgénero a menudo se han topado con resistencia, se sigue avanzando a medida que los prejuicios se rompen.

La película “Fresa y chocolate” estrena en Cuba en 1993, destacando los prejuicios antigay y provocando un debate sobre cómo enfrentarlos. (Foto: Captura de pantalla del DVD de la película)

Un momento importante en ese proceso fue el estreno en 1993 de la película “Fresa y chocolate”, dirigida por el reconocido cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea con Juan Carlos Tabío. La película fue un punto de inflexión al resaltar los prejuicios y prácticas antigay en Cuba, lo cual provocó un debate nacional sobre cómo enfrentarlos.

Todo esto demuestra que una revolución no elimina la intolerancia, el racismo y demás prejuicios de la noche a la mañana, sino simplemente abre la puerta para poder combatirlos. Además, la lucha por arrancar de raíz esos prejuicios a menudo es ardua y larga, lo cual requiere la existencia de un liderazgo revolucionario consistente.

A la luz de este legado el nuevo Código de las Familias representa una conquista importante. Es producto de lo que los cubanos a menudo describen como la “batalla de las ideas”, una frase que captura lo multifacético de las diferentes luchas que han tenido lugar en Cuba desde la victoria de 1959 sobre la dictadura de Batista. Es la lucha de siempre por mantener un curso revolucionario frente a los desafíos económicos, los reveses políticos, y desestabilizadores acontecimientos mundiales.

El papel de las organizaciones de masas

Entre las organizaciones de masas que han tomado la iniciativa sobre temas abordados por el nuevo Código de las Familias se encuentran la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).

Formada en 1960, la FMC organizó a las mujeres cubanas para participar en todos los aspectos de la revolución. Lideró la lucha por servicios de aborto gratuitos y accesibles y promovió la creación de centros de cuidado infantil. Esto contribuyó a que se multiplicara por más de cuatro veces el porcentaje de mujeres en la fuerza laboral, del 13.5% en 1953 al 55% en la actualidad. Las mujeres constituyen ahora más del 67% de los maestros y otro personal en la educación, el 62% de los médicos, el 64% de los cubanos que participan en misiones internacionalistas en todo el mundo y el 35% de los trabajadores por cuenta propia.

También ha aumentado la participación de las mujeres en posiciones de liderazgo en el Estado cubano a nivel local y nacional. A fines del 2021, casi el 52% de los puestos que conllevan la toma de decisiones en el gobierno estaban ocupados por mujeres. Esto incluye el 53% de los miembros de la Asamblea Nacional y el 52% del Consejo de Estado.

La Federación de Mujeres Cubanas también ha luchado contra la homofobia, liderando discusiones sobre el tema en toda la isla durante muchos años. Como parte de estos esfuerzos, en 1972 la FMC creó el Grupo Nacional de Trabajo en Educación Sexual, precursor del CENESEX, que promovió un vigoroso debate público sobre temas de sexualidad.

Las reformas implementadas a fines de la década de 1970 eliminaron la homosexualidad como delito en el Código Penal. Luego, en 1979, se publicó en Cuba El hombre y la mujer en la intimidad, un libro del sexólogo Siegfried Schnabel de Alemania oriental. El libro explica que la homosexualidad no es una enfermedad, lo cual estableció un marco científico para ayudar a combatir los prejuicios antigay. Las ventas fueron un éxito, pero también fue un libro muy controvertido.

Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (CENESEX), encabeza en el 2020 la manifestación anual contra la homofobia y la transfobia en La Habana, Cuba. (Foto: Michael Key / Washington Blade)

El 17 de mayo del 2007, el CENESEX y otros grupos que defienden los derechos de los homosexuales establecieron la primera Marcha Anual contra la homofobia en La Habana y otras ciudades. En el 2008, el sistema de salud en Cuba empezó a ofrecer operaciones de cambio de sexo como parte de sus programas, y en enero del 2012, el Partido Comunista de Cuba adoptó una resolución oponiéndose a todas las formas de discriminación, incluida la discriminación basada en la orientación sexual.

La ‘batalla de las ideas’ no ha terminado

Mucho se ha hablado en los medios de comunicación, tanto en Estados Unidos como en otros países, del hecho de que el referéndum sobre el Código de las Familias fue aprobado por “sólo” dos tercios de los ciudadanos que votaron.

Sin embargo, el decisivo “sí” marca un hecho incontrovertible: la clase obrera cubana, junto con su dirección revolucionaria, incluidos los sindicatos y otras organizaciones de masas, continúa logrando conquistas políticas frente a intensos e implacables desafíos económicos y de otros tipos. Y lo hace organizando conscientemente un debate democrático y abierto — que a menudo es difícil y doloroso — sobre una variedad de cuestiones sociales.

Durante décadas, y a sólo 145 kilómetros de la más poderosa potencia militar y económica que el mundo haya conocido, esta pequeña nación isleña se ha mantenido firme ante la incesante persecución económica de su vecino del norte, un factor que ha distorsionado y retrasado su desarrollo. El pueblo cubano no sólo ha sobrevivido bajo esta presión; ha podido dar pasos gigantescos encaminados a la creación de las bases materiales necesarias para crear una sociedad basada en la solidaridad humana y la justicia. El Código de las Familias es parte ejemplar de ese progreso.


NOTAS

[1] El término “patria potestad” proviene del latín y significa “poder del padre”. Bajo la ley romana, el jefe masculino de la familia tenía poder absoluto sobre sus hijos, y solo él tenía derechos legales a la propiedad, a la herencia, a disciplinar a los miembros de la familia, etc. Sus hijos no tenían derechos. Su esposa estaba sujeta a “manus”, el correspondiente poder autocrático del marido.



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