Arte y Cultura

‘Farha’: la historia de palestina


Una película de 92 minutos hecha en 2021, en árabe y hebreo con subtítulos en árabe e inglés. Ahora disponible en Netflix. Escrita y dirigida por la cineasta jordano-palestina Darin J. Sallam.



Por Yvonne Hayes

“Todo el mundo necesita ver ‘Farha‘, porque no es la historia ficticia de esa chica, es mi historia, es la historia de palestina”, dijo Leila Giries a CNN. Giries es una refugiada palestina de 82 años que sobrevivió la guerra árabe-israelí de 1947-48 que resultó en la creación de Israel como un estado colonial.

Estrenada en Netflix para descargar en casa en diciembre de 2022, Farha está basada en hechos reales. Está inspirada en la historia de una joven palestina que presenció la violencia de la guerra de 1948, cuando unos 750 mil palestinos huyeron o fueron expulsados de sus hogares por grupos sionistas armados, en lo que los palestinos han llamado desde entonces la Nakba o “catástrofe”.


RESEÑA


Farha, la niña palestina de 14 años que aparece en la película del mismo nombre. (Foto: Talebox)

Farha también es una película que el gobierno israelí no quiere que veas. “Mentiras y difamaciones” y una “vergüenza”, dijo el entonces ministro de Cultura israelí, Yehiel Tropper, cuando se proyectó la película en el Teatro Al Saraya en Jaffa, una ciudad de mayoría árabe en Israel. Su “propósito es crear un pretexto falso para incitar contra los soldados israelíes”, dijo el entonces ministro de Finanzas israelí, Avigdor Lieberman, amenazando con retirar los fondos que el gobierno le suministra al teatro.[1]

A pesar de que manifestantes intentaron suprimirla, la película fue proyectada. Pero cuando Netflix anunció que transmitiría la película, partidarios de Israel montaron una campaña en las redes sociales para que el público cancelara su suscripción al servicio. Muchos le dieron una “reseña” negativa incluso antes de que comenzara a transmitirse.

Darin J. Sallam, jordana de ascendencia palestina, es guionista y la directora de Farha. Ahora con treinta y tantos años, ella comenzó a trabajar en esta película en 2016, a pesar de las advertencias de que la película terminaría con su carrera. Desde su estreno en 2021, sin embargo, Farha se ha proyectado en el Festival Internacional de Cine de Toronto, recibió el galardón de mejor película juvenil de los premios Asia Pacific Screen Awards en 2022, fue la película presentada por Jordania a los premios Oscar en 2023, y se ha proyectado en muchos otros eventos internacionales.

Darin J. Sallam, la directora palestino-jordana de Farha, en el set de la película. (Foto: Talebox)

Farha se basa en la experiencia de una niña llamada Radieh, que huyó de Palestina en 1948 a la edad de 14 años. Debido a la Nakba se dirigió a Siria a pie, donde conoció a la madre de Sallam y compartió con ella su historia. Sallam escuchó la historia de Radieh cuando era niña, y ella a su vez creó el personaje Farha, que representa a Radieh y a mucho más.

Antes de la Nakba

En Estados Unidos, durante la antesala a la Segunda Guerra Mundial, la administración Roosevelt se negó a darle asilo a la mayoría de los judíos que huían del nazismo en Europa.[2]

En el transcurso de la guerra, más de 40 millones de personas en Europa fueron desplazadas de sus hogares. Dos años después del final de la guerra, 850 mil personas vivían todavía en campamentos “temporales” para los desplazados. Muchos de estos refugiados eran sobrevivientes judíos del Holocausto. Ahora el tan esperado objetivo sionista de convertir a Palestina en un Estado judío coincidía con el interés que Estados Unidos y Gran Bretaña tenían de reubicar a los sobrevivientes.

Igual que antes de la guerra, ni Washington ni Londres estaban dispuestos a ofrecer sus propias costas como refugio seguro a muchos de los judíos que sobrevivieron los campos de concentración nazis.

A medida que el imperio británico declinaba y se preparaba a dar fin a su dominio colonial en Palestina, el proyecto sionista se convirtió en parte de la creciente hegemonía estadounidense en la región.

Antes del final del mandato británico en 1948, la población Palestina era aproximadamente un 60 por ciento musulmana y un 33 por ciento judía (una cifra ya abultada por la inmigración de la posguerra). Para cambiar ese equilibrio y hacer que hubiera tierra disponible para los nuevos colonos judíos, gran parte de la población palestina fue obligada a abandonar sus hogares y sus tierras ancestrales.

A partir de 1947 y hasta la primavera de 1948 las milicias sionistas, y más tarde las recién formadas Fuerzas de Defensa de Israel, expulsaron a tres cuartos de un millón de palestinos de sus hogares, destruyendo más de 500 aldeas árabes y 11 barrios urbanos: la Nakba.

Al final de esa catástrofe, Israel controlaba el 78 por ciento de la antigua Palestina gobernada por los británicos; más de la mitad de los 1.3 millones de habitantes árabes originales se habían visto obligados a exiliarse en los estados árabes circundantes, creando un reto para la frágil infraestructura política y económica de los países recién liberados del yugo del poder imperial británico.

Los horrores de la Nakba vistas desde un agujero en la pared, grietas en la puerta

La película comienza en un huerto de higueras con los sonidos de un arroyo y una cascada, entremezclados con las risas de las niñas que recogen la deliciosa fruta. Farha — cuyo nombre significa “alegría” — se encuentra recargada contra uno de los árboles, absorta en un libro. En lugar de casarse y crear un hogar, ella sueña con ir a la ciudad a estudiar, para volver a su pueblo como maestra y fundar una escuela para niñas.

Al regresar del campo, Farha y sus amigas ven a un grupo de niños celebrando el fin del dominio colonial, persiguiendo con hondas y pistolas de juguete a un regimiento británico que se aleja. Pero la celebración se ve truncada. Los sueños, la inocencia y la alegría de Farha se desvanecen cuando su poblado es atacado por las fuerzas sionistas.

El padre de Farha la encierra en una bodega para protegerla de la embestida. El verde exuberante y los brillantes colores de las primeras escenas de la película le ceden el paso a la oscuridad.

Es desde la oscuridad de su escondite que Farha escucha disparos y las explosiones de bombas en el pueblo aledaño. Por las rendijas de la puerta y desde un orificio de ventilación cerca del techo — y a menudo a través del llanto —  es testigo de la brutalidad y las contradicciones de la Nakba: la masacre de una familia palestina que intentaba huir de la devastación; un colaborador palestino, encapuchado para proteger su identidad, que traiciona a su pueblo; y destellos de humanidad entre algunos de los que llevaron a cabo el asalto. En ese espacio oscuro y aterrador, Farha pasa de ser niña a ser mujer.

A través de rendijas en la puerta de la bodega donde está encerrada, Farha observa la brutalidad y las contradicciones de la Nakba. (Foto: Captura de pantalla de la película)

Farha — interpretada por la actriz Karam Taher — da fe de lo que ocurre durante la mayor parte de la película. No habla, pero su lenguaje corporal y sus expresiones faciales cuentan su historia. De la oscuridad que la rodea vemos cómo se despliega la Nakba desde el punto de vista de Farha.

Si bien la experiencia de Radieh fue la inspiración de la película, el recorrido que hace Farha representa la historia de todo un pueblo, expulsado de sus hogares y tierras, asesinado, o forzado a partir al exilio, a menudo sin saber qué puede haberles sucedido a sus seres queridos.

Desde su escondite Farha observa a miembros de la milicia israelí esculcar a una mujer buscando armas, solo para descubrir una gran llave escondida entre sus pechos: la llave de su hogar familiar, un hogar al que nunca regresará.

Esa llave cuenta la historia de una nación desplazada, cientos de miles que perdieron sus hogares y granjas, que cerraron la puerta de su casa y huyeron hace 75 años. Muchos en la diáspora palestina tienen hoy llaves similares que han recibido de sus padres o abuelos, símbolos del trauma colectivo de un pueblo.

Cuando los milicianos entran al patio de Farha, un colaborador palestino encapuchado intenta atenuar el asalto a la familia que se encuentra refugiada allí. Él representa el testimonio de una parte complicada y dolorosa de la Nakba: amigos y familiares que eligieron colaborar con las fuerzas sionistas para salvar su propio pellejo o tal vez con la esperanza de poder salvar a sus seres queridos.

Farha también es testigo de la crisis moral de un joven soldado judío, que vacila cuando se le ordena matar a un recién nacido en su patio. Él también, como Farha, es víctima de fuerzas de alcance global sobre las que no tiene control alguno.

Proyección de Farha en el Teatro Al Saraya de Jaffa, Israel, en 2021. Funcionarios israelíes trataron de impedir el estreno de la película y amenazaron con retirar fondos al cine por haber exhibido la película. (Foto: Cortesía Teatro Al Saraya)

Paralelismos irónicos

Mientras miraba la película, me llamó la atención la ironía de los paralelismos entre esta narración y la historia de Ana Frank, una joven judía, también con esperanzas y sueños, que también se hizo mujer mientras se escondía en Ámsterdam.

Ana nació en Alemania en 1929, y su familia huyó de Alemania en 1934 después de que los nazis tomaron el poder. Tras la ocupación alemana de los Países Bajos, a medida que la situación de los judíos se volvía cada vez más peligrosa, la familia pasó a la clandestinidad. Ana empezó a pasar la mayor parte de sus días escondida en un desván con su diario. En 1944, la familia fue arrestada y trasladada. Ana y su hermana murieron en el campo de concentración de Bergen-Belsen, en Alemania.

La historia de Ana Frank es también la historia de un pueblo que arrastra un trauma colectivo, incluso generaciones después, y que ahora se ve enfrentado al pueblo de Farha por potencias imperialistas cuyos intereses no se alinean ni con los del pueblo judío ni con los del pueblo palestino.

Es difícil ver esta película. Pero como cuenta la historia de un pueblo cuya realidad ha sido en gran medida negada o pasada por alto, es importante dar fe de esta realidad junto con Farha.

Esto es especialmente cierto hoy mientras Israel, en respuesta al bárbaro ataque de Hamas del 7 de octubre, libra una guerra brutal en Gaza con consecuencias cada vez más genocidas — planteando la amenaza de una nueva Nakba.

‘Nuestras historias necesitan ser escuchadas’

Al igual que la niña retratada en Farha, Leila Giries se convirtió en una refugiada que ha transmitido su historia de generación en generación. Le dijo a CNN que se pregunta a diario cómo habría sido la vida si su familia no se hubiera visto obligada a abandonar su hogar en Ein Karem, ahora parte de Jerusalén.

La bolsa que la madre de Giries agarró al huir de la aldea en llamas ahora está enmarcada y colgada en una pared de su casa en California, junto a la llave de la casa de su familia en Palestina, destruida en la guerra de 1948 y ahora solo un montón de escombros.

La casa de Leila Giries en la aldea palestina de Ein Karem, ahora parte de Jerusalén, antes y después de que las bandas sionistas la destruyeran en la guerra de 1948. (Fotos: Cortesía Leila Giries)

Como la mayoría de los refugiados palestinos, Giries no tiene derecho a regresar a su hogar ancestral, a vivir en Israel. Pero ella es más afortunada que la mayoría. Muchos refugiados palestinos y sus descendientes — casi 6 millones de personas, según estadísticas de Naciones Unidas — se ven obligadas a vivir en campamentos de la ONU en Gaza y Cisjordania (territorios ocupados por Israel) y en países vecinos.

“No nos importa quién nos diga que no es verdad”, dijo Giries. “Lo vivimos, y nuestras historias deben ser escuchadas porque la injusticia contra los palestinos no terminó con al-Nakba y está lejos de terminar”.

El relato de esa historia por Sallam es simple, no se enfoca en la brutalidad de los invasores, sino en el trauma de un pueblo. En este debut cinematográfico de Taher, su interpretación del personaje principal es inolvidable: los sueños, los miedos, la agonía de un pueblo despojado de sus tierras y hogares, la inocencia de la infancia, su deleite, su farha.


NOTAS

[1] Para obtener más información sobre la campaña israelí que intenta censurar a Farha vea el video en inglés de Al-Jazeera en YouTube “Why Israel Tried Canceling Netflix Film Farha” [Porqué Israel Intentó cancelar Farha, la película en Netflix].

[2] Para el historial de la lucha por abrir las fronteras de Estados Unidos a los refugiados del terror de Hitler, lea el libro en inglés Socialists and the Fight Against Anti-Semitism: An Answer to the B’Nai B’Rith Anti-Defamation League [Los socialistas y la lucha contra el antisemitismo: una respuesta a la Liga Antidifamación B’Nai B’Rith].


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