El siguiente llamado de Fadi Abu Shammalah, director ejecutivo de la Unión General de Centros Culturales de la Franja de Gaza y asociado de divulgación en Gaza para la publicación digital Just Vision, apareció por primera vez en el diario New York Times el 12 de octubre de 2023. El llamado fue escrito desde el campamento de refugiados de Khan Unis, en el sur de Gaza, y se publicó originalmente bajo el título ¿Cuánto más deben sufrir los niños de Gaza?
Describe en términos gráficos la terrible situación a la que se enfrentan los habitantes de un territorio densamente poblado. Como señalaba hace dos días un editorial de Panorama-Mundial titulado Alto a la guerra israelí contra los palestinos, el salvaje asedio, los bombardeos y la inminente invasión de Israel “amenaza(n) a los palestinos con una escala de muerte y destrucción que podrían llegar a ser genocidas”.
El ejército israelí les ha cortado el agua, los alimentos y la electricidad a los habitantes de Gaza mientras bombardea el territorio a diario, empleando inclusive el fósforo blanco que resulta en un alto riesgo de quemaduras insoportables y sufrimiento de por vida, y ha ido acumulado sus fuerzas en preparación para una invasión terrestre.
El 13 de octubre, aviones israelíes lanzaron volantes advirtiendo a los habitantes de Gaza que debían trasladarse hacia el sur antes de la invasión israelí, que es inminente. “Será largo. Será letal. Será poderoso. Y será para siempre”, dijo el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, durante una conferencia de prensa en Tel Aviv con el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, el viernes 13 de octubre.
Las Naciones Unidas revelaron que oficiales israelíes informaron a su personal justo antes de la medianoche, hora local, que la reubicación debería ocurrir dentro de 24 horas. Evacuar a más de un millón de personas involucradas tan rápido es claramente imposible. La ONU dijo que profundizaría la emergencia humanitaria en el país.

Publicamos el llamado porque esperamos que la información objetiva presentada aquí pueda ayudar a los trabajadores de todo el mundo a “hacer todo lo que esté a nuestro alcance para detener la mano del gobierno israelí mientras moviliza a sus fuerzas armadas para infligir más devastación al pueblo palestino en respuesta a los repugnantes ataques de Hamas”, como enfatizó el editorial de Panorama-Mundial.
El título y los subtítulos son de Panorama-Mundial.
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Por Fadi Abu Shammalah
La bomba explotó a unos cientos de metros de donde estaba sentado con mi esposa, Safa, y mis tres hijos, Ali, Karam y Adam. Ali, de 13 años, gritó; Karam, de 10 años, hundió su rostro en mi pecho; y Adam, de 5 años, rompió a llorar.
El martes por la mañana estábamos afuera, en el cruce fronterizo de Rafah, entre la Franja de Gaza y Egipto. Había tenido la buena suerte de obtener permisos para que mi esposa y mis hijos cruzaran a Egipto y pudieran esperar a salvo a que pasara la aterradora violencia que se cernía sobre Gaza. Pero antes de que llamaran sus nombres, Israel bombardeó el cruce, que en ese momento era la única forma de entrar o salir de la franja.
Rápidamente llevamos a los niños al salón del cruce, pero un policía comenzó a pedir a gritos que todos evacuaran de inmediato; estaban cerrando el cruce.
Rodeados por docenas de personas, nos subimos a mi coche y volvimos a toda velocidad a la casa de mi familia en el campo de refugiados de Khan Yunis, donde Ali y Adam seguían llorando mientras Karam temblaba sentado en silencio.
Éramos solo una familia, salvándonos por un pelo de algo aterrador. Más de dos millones de palestinos estamos atrapados en Gaza, aproximadamente la mitad menores de 18 años, mientras Israel nos bombardea en represalia por el ataque sorpresa de Hamas el sábado, con Estados Unidos prometiendo un “acelerado” apoyo militar.
Complejos de apartamentos en la ciudad de Gaza han sido arrasados, casas bombardeadas y familias aniquiladas. No puedo ni siquiera reconocer el exclusivo barrio de Rimal, en la ciudad de Gaza, porque ha sufrido daños totales. Al menos 326 niños han muerto en la Franja de Gaza desde el sábado, según el Ministerio de Salud de esta ciudad. El martes, mujeres y niños de mi familia no inmediata fueron asesinados en un ataque, y mi primo fue asesinado el miércoles. El olor a explosivos impregna toda la franja.
Yoav Gallant, ministro de Defensa de Israel, nos llamó “animales humanos” y anunció que el asfixiante asedio que los palestinos en Gaza se han visto obligados a soportar durante más de 15 años se endurecerá aún más: la franja está ahora sin acceso a alimentos, electricidad y combustible.
La falta de electricidad significa que no hay Internet ni conexión con el mundo exterior. Aguas negras sin tratar se están filtrando en las calles de Gaza; las plantas de tratamiento requieren electricidad. Se ha cortado el suministro de agua. Conduciendo hacia el sur el lunes, pasé por cinco escuelas de Naciones Unidas convertidas en refugios, tan abarrotadas de personas desplazadas que las familias se habían desbordado a los patios. Mi temor aumenta porque sé que lo peor está por venir.
La mayoría de las víctimas israelíes y palestinas son civiles
Más de 2,300 israelíes y palestinos han muerto hasta ahora, la mayoría de ellos civiles. Todos los asesinatos de civiles me entristecen. Sé que el dolor de los padres israelíes no es diferente de la angustia de una madre o un padre en Gaza. Sin embargo, no me sorprende que nos hayamos encontrado en este sangriento callejón sin salida.
Muchos de los combatientes que tumbaron esos muros son probablemente sólo unos años mayores que Ali; muchos de ellos nacieron durante la Segunda Intifada. Toda su experiencia ha sido la ocupación militar israelí, el asedio y un devastador asalto militar tras otro en un enclave de 360 kilómetros cuadrados, con tasas de desempleo y pobreza de aproximadamente el 50 por ciento. Esta es la historia, y estas son las condiciones que han moldeado a tantas personas en Gaza, lo que no es una justificación. Israel ayudó a crear a estos combatientes, privándolos de esperanza, dignidad y futuro.
Trato de imaginar algún resultado positivo que pueda traer esta escalada aterradora. Tal vez haya un intercambio de prisioneros. Aunque los palestinos tenemos derecho a resistir la ocupación, siempre he preferido la acción directa de masas, sin armas y dirigida por civiles.
Tal vez los activistas palestinos, israelíes e internacionales que han estado usando estas tácticas para oponerse a la ocupación israelí y a un sistema que las principales organizaciones de derechos humanos — entre ellas Amnistía Internacional, Human Rights Watch y el grupo israelí de derechos humanos B’Tselem — consideran ser un apartheid, serán algún día capaces de aprovechar este horror para promover su visión de un futuro de liberación y una vida decente para todos.
Pero en este momento, con las tropas israelíes concentradas en la frontera con Gaza, lo que augura una inminente invasión terrestre, no puedo pensar más allá de los próximos días.

¿Cuántas familias más, cuántos niños serán aniquilados?
¿Cuántas familias más serán aniquiladas? ¿Cuántos niños quedarán huérfanos y sin hogar? ¿Qué ocurrirá cuando los estantes de nuestros mercados queden vacíos y se agoten las reservas de combustible para los generadores de nuestros hospitales? ¿Qué será de nuestra humanidad colectiva si civiles israelíes siguen siendo atacados y las bombas siguen destrozando nuestra infraestructura, dejando a los niños de Gaza muertos en nuestras calles?
A menos que la comunidad internacional intervenga, Israel puede seguir cortando el acceso al agua, los alimentos, el combustible, la electricidad, los medicamentos y cualquier otra necesidad vital. Sin presiones externas, en particular de Estados Unidos, Israel puede seguir arrasando nuestras ciudades y campamentos de refugiados.
Mientras los desmanes de Israel continúan, sigo preguntándome: “¿Qué les espera a Ali, Karam y Adam?” Somos incapaces de protegerlos de la violencia y el trauma generalizados. Una explosión el lunes hizo temblar las ventanas, lo que llevó a Adam a implorar: “Si los israelíes van a bombardearnos, ¿no pueden al menos usar bombas más pequeñas y menos ruidosas?”. Ali es un joven músico talentoso, con temperamento de artista y alma de músico. ¿Quiere Israel que se transforme de artista en luchador? Si mis hijos no tienen esperanza en su futuro, no puedo garantizar la trayectoria que vayan a tomar.
La comunidad internacional debe, de inmediato, hacer todo lo que esté a su alcance para garantizar que mis hijos — que todos los niños de la región — puedan vivir en libertad, con dignidad y seguridad. Esa es la única solución al espectáculo de terror de estos días.
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Categories: Palestina/Israel
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