Palestina/Israel

¡Alto a la guerra contra Gaza ya!


La cuestión judía y la lucha por una patria palestina



19 de octubre — En  el editorial de Panorama-Mundial del 11 de octubre advertimos que el implacable asedio y asalto israelí contra la población de Gaza “amenaza a los palestinos con una escala de muerte y destrucción que podrían llegar a ser genocidas”.

El 13 de octubre publicamos un llamado de Fadi Abu Shammalah, director ejecutivo de la Unión General de Centros Culturales de la Franja de Gaza, quien ofreció un testimonio presencial de la terrible situación que enfrentan los palestinos allí. Cada día la situación empeora a medida que se agotan los alimentos, el agua y el combustible mientras la guerra aérea israelí continúa sin cesar.

Niños corren para resguardarse mientras las bombas israelíes caen cerca del Hospital Al-Shita en la ciudad de Gaza el 9 de octubre. (Foto: Samar Abu Eluf / Redux)
El humo se eleva tras los ataques israelíes contra el puerto marítimo de la ciudad de Gaza el 10 de octubre. (Foto: Mohammed Salem / Reuters)

El 17 de octubre, una explosión sacudió un hospital en la ciudad de Gaza, matando a cientos de personas, según el Ministerio de Salud palestino. Se espera que el número de víctimas aumente. Muchos civiles se refugiaban en el Hospital Árabe Al Ahli, administrado por la Iglesia Anglicana. “Todavía hay muchos cuerpos que aún no se han recogido”, dijo un paramédico al New York Times. “Hay demasiados cuerpos”.

Los informes iniciales, naturalmente, a la luz de la guerra aérea israelí, asumieron que la causa fue un ataque aéreo israelí. Posteriormente, Israel atribuyó la explosión a “un cohete disparado por un grupo armado palestino que no funcionó correctamente”.

El hospital había sido alcanzado previamente por una bomba israelí el 14 de octubre. El arzobispo Hosam Naoum dijo que el ejército israelí había llamado y enviado mensajes de texto a los gerentes del hospital al menos tres veces en los últimos días, pidiendo a sus pacientes y personal que abandonaran el recinto hospitalario. “Hubo advertencias específicas que debíamos salir del edificio”, dijo el arzobispo. Cualesquiera que sean los hechos que finalmente se confirmen, la guerra aérea israelí sigue devastando a Gaza y a su población civil.

El 7 de octubre Hamás llevó a cabo ataques despreciables, dirigidos principalmente contra civiles, que mataron a más de 1,400 personas. En respuesta, el ejército israelí le está imponiendo ahora un castigo colectivo a la población civil de Gaza — en violación del derecho internacional — diciendo que quiere destruir a Hamás. Esto debe cesar.


DISCUSIÓN CON NUESTROS LECTORES


En esta columna volvemos a abordar algunos comentarios de los lectores de Panorama-Mundial en respuesta a nuestra reciente cobertura de los acontecimientos en Israel y Palestina.

Varios lectores respondieron al editorial del 11 de octubre y a la publicación de ¿Cómo pueden sobrevivir los judíos? Una respuesta socialista al sionismo: Reseña. (Todos los comentarios pueden leerse al final de cada artículo, donde aparecen las respuestas).

Syd Stapleton escribió: “Leí el último artículo, y creo que es una excelente representación de los problemas básicos, según lo apreció tan bien George Novack (y el PST hace años). Tengo una pequeña objeción a la cita de Fidel: “No hay nada que se compare con el Holocausto”. Creo que ha quedado muy claro que el exterminio de una gran parte de los (aproximadamente) 200 millones de nativos de América del Norte y del Sur (a partir de 1500) fue de hecho el mayor genocidio en la historia de la humanidad. Un detalle, pero es importante no pasarlo por alto”.

Estamos de acuerdo en que el Holocausto no fue el mayor genocidio en la historia de la humanidad. (Observamos que esfuerzos para tratar de calcular la dimensión de la población nativa del continente americano no concuerdan con la cifra de 200 millones de Stapleton. Pero cualquiera que sea la cifra exacta, en general se acepta que perecieron más de 50 millones de indígenas).

La cuestión judía

George Novack abordó la inquietud de Stapleton en el ensayo que reseñamos. Escribió que Isaac Deutscher “se sintió sido sacudido hasta la médula por el holocausto, que él consideraba una tragedia histórica única, casi desafiando explicación. (Aquí sus emociones dejaron rezagada a su razón, ya que el marxismo no puede colocar la tragedia de los judíos en una categoría diferente de la larga lista de otros actos genocidas cometidos bajo la barbarie capitalista).

Sin embargo, no leemos el comentario de Fidel Castro de la misma manera que Stapleton. Decidimos citar a Fidel porque es un ejemplo reciente de cómo los marxistas siempre se han interesado profundamente en, y han hecho campaña en contra de, el odio hacia los judíos.

Portada de la edición de 1971 del libro The Jewish Question: A Marxist Interpretation [La cuestión judía, una interpretación marxista] de Abram Leon. El libro traza las racionalizaciones históricas del antisemitismo hasta el punto en que, en los siglos que precedieron la dominación del capitalismo industrial, los judíos surgieron como una “clase popular” de comerciantes, prestamistas y comerciantes. Leon explica por qué, durante el periodo de decadencia del capitalismo, los gobernantes acaudalados incitan a un renovado odio contra los judíos.

En la entrevista que citamos en The Atlantic, Fidel también dijo: “Creo que su cultura y religión los mantuvieron unidos como nación”. Otros marxistas han ofrecido una explicación diferente, señalando un papel económico específico que los judíos se vieron obligados a desempeñar en las sociedades precapitalistas. Una poderosa exposición de este punto de vista puede encontrarse en el libro de Abram Leon The Jewish Question: A Marxist Interpretation [La cuestión judía, una interpretación marxista]. Leon, un revolucionario belga judío, resistió a los nazis y murió en Auschwitz. El libro fue publicado después de su muerte.

Fidel dejó muy claro su punto de vista sobre el antisemitismo.

“El mensaje de Castro a Mahmoud Ahmadinejad, el presidente de Irán, no fue… abstracto”, decía el artículo en The Atlantic que informaba sobre la entrevista que la revista realizó con Fidel en 2010. “Castro volvió a criticar repetidamente el antisemitismo. Criticó a Ahmadinejad por negar el Holocausto y explicó por qué el gobierno iraní haría más por la causa de la paz reconociendo la historia “única” del antisemitismo y tratando de entender por qué los israelíes temen por su existencia.

“Dijo que el gobierno iraní debería entender las consecuencias del antisemitismo teológico. ‘Esto se prolongó durante unos dos mil años’, dijo. ‘No creo que nadie haya sido más calumniado que los judíos. Yo diría que mucho más que los musulmanes… porque se les culpa y se les calumnia de todo…’ El gobierno iraní debe entender que los judíos ‘fueron expulsados de su tierra, perseguidos y maltratados en todo el mundo, como los que mataron a Dios'”.

El comentario de Fidel de que “nada se compara con el Holocausto” no es inexacto en el sentido de que los nazis introdujeron nuevos y horribles métodos de genocidio. Estos incluyeron asesinatos masivos totalmente intencionales y a escala industrial en el espacio de media década, desde el inicio de la invasión nazi de Polonia hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

Izquierda: Soldados nazis sacan a un grupo de judíos, inclusive niños, del ghetto de Varsovia en Polonia para trasladarlos a campos de concentración el 19 de abril de 1943. Derecha: Un soldado alemán ejecuta a un judío ucraniano durante el asesinato masivo de judíos por parte de los nazis en Vinnytsia, Ucrania, en algún momento entre 1941 y 1943. Esta foto fue encontrada en un álbum de fotos que pertenecía a un soldado alemán y tenía esta inscripción escrita a mano en su reverso: “El último judío en Vinnitsa”. (Fotos: AP (izquierda); cortesía del Memorial del Holocausto en París (derecha))

Gary Boyers también expresó su agradecimiento por la reseña del folleto de Novack.

Boyers agregó, sin embargo: “Implícito en el artículo de Novack, en mi opinión, está el punto de vista durante décadas entre los comunistas que aboga por un estado democrático y secular en la región histórica de Palestina. Esto contrasta con la cita de Fidel Castro (impresa sin comentario) que pide una solución de dos Estados. Aquellos que argumentan que el Estado israelí es un hecho consumado, que no pueden ser ignorados o descartados ‘los hechos sobre el terreno’. El mismo argumento podría esgrimirse para rechazar los llamados al repudio de movimientos por la reunificación nacional de otras naciones divididas por el imperialismo, como Irlanda y Corea”.

‘Por una Palestina democrática y laica’: la historia

No creemos que la situación de Irlanda o Corea (que no son análogas) sea un punto de referencia útil en ese sentido. Es una distracción de la cuestión clave que plantea Boyers.

La historia de la demanda “Por una Palestina democrática y laica”, por la que muchos palestinos y sus partidarios hicieron campaña en el pasado, es muy específica:

Fue esbozada en el folleto en inglés Palestine and the Arabs’ Fight for Liberation [Palestina y la lucha de los árabes por la liberación] por Fred Feldman y Georges Sayad, publicado por Pathfinder Press en 1989. La editorial lo promovió durante muchos años. Desafortunadamente, Pathfinder lo ha dejado de imprimir, igual que el folleto de Novack. Ejemplares nuevos y usados pueden encontrarse ocasionalmente en línea. Animamos a los lectores a que los busquen.

Palestina y la lucha de los árabes por la liberación (en inglés) es un resumen general de la lucha palestina desde la Primera Guerra Mundial hasta el comienzo del levantamiento palestino, conocido como la intifada, en 1987.

Feldman y Sayad explican que un recrudecimiento de la lucha palestina en la década de 1960 estimuló un esfuerzo por transformar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Ahmed Shukairy, que tenía fuertes vínculos con el gobierno egipcio, había encabezado a la OLP anteriormente. “Bajo Shukairy”, escribieron, “la OLP se había caracterizado por su poca acción y fanfarronería. A los palestinos les enfurecían las declaraciones demagógicas como el llamado, atribuido a Shukairy, de ‘arrojar a los judíos al mar'”.

Shukairy renunció en 1967. En febrero de 1969, Yasser Arafat, líder de Fatah, fue elegido presidente del Consejo Nacional Palestino (CNP), que actuaba como parlamento de la OLP. (Fatah es el acrónimo en árabe del “Movimiento de Liberación de Palestina”, fundado en 1962).

“Fatah”, continuaron los autores, “planteó la perspectiva de reemplazar a Israel con una Palestina democrática y laica en Towards a Democratic State in Palestine” [Hacia un Estado democrático en Palestina]. Este documento fue presentado en 1970 en una reunión internacional celebrada en Ammán (Jordania), patrocinada por la Unión General de Estudiantes de Palestina. Esbozó una trayectoria completamente opuesta a la de Hamás y algunas otras organizaciones palestinas en la actualidad.

“La existencia misma del Estado racista y opresor de Israel… es inaceptable para la revolución”, declaró Fatah. “Cualquier arreglo que acomode al Estado colono agresor es inaceptable y temporal”. Pero luego continuó:  “Sólo el pueblo de Palestina — sus judíos, cristianos y musulmanes — en un país que los combina a todos es permanente” (énfasis nuestro).

Niños palestinos juegan frente a un muro, en algún lugar de los territorios ocupados, con el lema, “Luchamos contra Israel porque ocupa nuestra tierra”, pintado por Fatah, uno de los principales grupos fundadores de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). En la década de 1970 y la mayor parte de la de 1980, la OLP impulsó la perspectiva de reemplazar a Israel con una Palestina democrática y secular donde árabes y judíos pudieran vivir juntos con los mismos derechos.

En un estado democrático de este tipo, el documento explicaba: “Todos los judíos, musulmanes y cristianos que vivan en Palestina o que sean exiliados por la fuerza de ella tendrán derecho a la ciudadanía palestina… La revolución cree que la mayoría de los judíos israelíes hoy en día cambiarán sus actitudes y se suscribirán a la nueva Palestina, especialmente después de que se destruya la maquinaria estatal, la economía y las fuerzas armadas de la oligarquía”.

Después de que Novack escribiera su ensayo en 1969, esta perspectiva se ganó un amplio apoyo entre los palestinos, las masas árabes y en todo el mundo. Ni era algo  implícito en el escrito de Novack, ni podía haberlo sido. Pero la perspectiva del ensayo de Novack tampoco se oponía en modo alguno a la demanda de un Estado laico y democrático. Novack y el Partido Socialista de los Trabajadores, del que era líder, aceptaron y apoyaron la reivindicación cuando se convirtió en expresión central de las metas de la lucha palestina por la liberación nacional y la autodeterminación.

Acontecimientos posteriores le asestaron un revés a la lucha de los palestinos por una patria, lo que condujo a los Acuerdos de Oslo de 1993 y 1995 entre la OLP e Israel. Los acuerdos mismos, y los acontecimientos subsiguientes, le asestaron nuevos reveses a la lucha por un Estado palestino.

Hasta donde sabemos, ninguna organización palestina de importancia ha promovido la reivindicación de una Palestina democrática y laica en las últimas tres décadas.

La solución de los dos estados

Boyers dijo erróneamente que “imprimimos sin comentarios” una cita de Fidel Castro que abogaba por la solución de dos Estados, es decir, el establecimiento de un Estado palestino independiente y soberano junto a Israel. Fidel no dijo nada al respecto en la entrevista que citamos en la revista The Atlantic.

Sin embargo, en nuestro reciente editorial, Panorama-Mundial comentó sobre esa propuesta:

“Compartimos la posición de Cuba de que hoy ‘una solución amplia, justa y duradera al conflicto israelí-palestino… [debe basarse en] la creación de dos Estados, que permita al pueblo palestino ejercer su derecho a la libre determinación y a disponer de un Estado independiente y soberano dentro de las fronteras anteriores a 1967, con Jerusalén Oriental como su capital’”.

Esta es la posición que la OLP adoptó en 1988 y que la mayoría de los líderes de la lucha de liberación nacional de palestina han defendido desde entonces.

Hanan Ashrawi explicó este cambio en una entrevista concedida en 1991, “Mientras haya un solo palestino vivo, reclamaremos nuestro derecho a Palestina”.

Ashrawi era profesora de literatura inglesa en la Universidad de Birzeit en Ramala, Cisjordania. Fue elegida miembro del Consejo Legislativo Palestino en 1996 y reelegida en 2006. Fue la primera mujer en ocupar un puesto en el máximo órgano ejecutivo de Palestina, con su elección al Comité Ejecutivo de la OLP en 2009 y 2018. Renunció a ese cargo en diciembre de 2020.

La líder palestina Hanan Ashrawi en Jerusalén con sus hijas, Amal y Zeina, el 16 de marzo de 1991. (Foto: Esaias Baitel / Gamma-Rapho)

En la entrevista de 1991, se le preguntó a Ashrawi sobre el cambio en la postura de la OLP. ¿Era el nuevo llamado a favor de un Estado separado e independiente en los territorios ocupados la única forma realista de avanzar?

“No es lo que llamamos justicia absoluta”, respondió la líder palestina. “Es una justicia relativa, en vista de las condiciones geopolíticas que se crearon en la región. No es justicia histórica; no es justicia nacional. Pero nos hemos dado cuenta de que es el único enfoque realista. Al proponer el Estado laico, no sectario y democrático, sentimos que esta sería una solución mucho mejor para la región. Pero lamentablemente, Israel la rechazó. Insisten en tener un Estado exclusivamente judío”.

En Palestina la mayor parte de la tierra era palestina, explicó Ashrawi. Pero frente a la intransigencia israelí, agregó, “la posición del CNP de noviembre de 1988 fue aceptar el principio de la partición de la tierra.

“Porque, mientras la gente se sienta y habla y discute, y mientras se hacen y archivan resoluciones y se acumula polvo en los archivos de la ONU, los palestinos mueren todos los días. Nos están robando la tierra. Nos están robando nuestros recursos”.

Ashrawi dio más detalles. “Creo que hay que detener a Israel antes de que logre erradicar la realidad palestina por completo aquí y antes de que pueda crear hechos irreversibles”, dijo.

“No queremos esperar. No creo que vamos a apreciar los sentimientos de culpabilidad del mundo después de los hechos cuando ya sea demasiado tarde. Queremos que las cosas se remedien ahora para que podamos mantener lo que queda de la tierra palestina, de las vidas palestinas, en suelo palestino”.

Futuros acontecimientos y los cambios en la lucha de clases pueden conducir a nuevas reivindicaciones, pero así es como está la situación hoy.

‘Supuestos revolucionarios’

Las extensas críticas de Manuel Barrera pueden encontrarse al final del editorial de Panorama-Mundial del 11 de octubre. Su afirmación de que su respuesta “ni siquiera fue presentada” es falsa a primera vista. Tampoco estamos de acuerdo con el resto de sus argumentos.

La esencia de su posición es: “Los revolucionarios no tienen absolutamente nada que decirles a los palestinos, incluso los que están en Hamás o los que están influenciados por Hamás en la Palestina ocupada. Y, ciertamente, no tenemos por qué decirles qué tipo de mundo, sociedad o sistema de gobierno deberían tener, especialmente de parte de supuestos revolucionarios en Cuba y Estados Unidos”.

El lenguaje exagerado de Barrera es una señal de lo profundamente equivocado que está todo su enfoque. Por supuesto, uno puede estar en desacuerdo con el liderazgo cubano, pero el cuestionar su carácter revolucionario contradice el ejemplo de más de 60 años de Cuba.

Durante décadas, los revolucionarios en Cuba han defendido sistemáticamente la lucha palestina por la liberación nacional y el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación. Panorama-Mundial comparte este punto de vista.

Rechazamos la idea de que revolucionarios en Estados Unidos, o en cualquier otro lugar, no deban condenar la elección de civiles israelíes, entre ellos niños, como blanco de ataques y su asesinato a sangre fría, que es un método de los opresores.

En el pasado los revolucionarios siempre han condenado sin titubear los métodos de Pol Pot y los Jemeres Rojos, que durante años lucharon contra las fuerzas imperialistas en Camboya pero también cometieron asesinatos en masa de camboyanos. Eso es defender los principios revolucionarios, no “decirle a los oprimidos lo que deben que hacer”.

Hace cuarenta años, supuestos revolucionarios — en este caso merecedores de la etiqueta — asesinaron a Maurice Bishop y a otros líderes del Movimiento de la Nueva Joya en Granada. En una declaración en respuesta a esa atrocidad, el Partido Comunista de Cuba declaró: “No debe cometerse ningún crimen en nombre de la revolución y la libertad”.

El contexto en ese entonces era muy diferente. No establecemos analogía directa alguna entre esos acontecimientos y los asesinatos por parte de Hamás de más de 1,400 israelíes y otras personas, en su inmensa mayoría civiles. Sin embargo, nos mantenemos firmes en el principio invocado por los dirigentes cubanos.

Creemos que el revolucionario sudafricano Nelson Mandela compartía ese punto de cuando dirigió el Congreso Nacional Africano (CNA) al iniciar Umkhonto We Sizwe (Lanza de la Nación), cuando dirigió acciones armadas contra el régimen racista del apartheid. Mandela nunca atacó a civiles. Tampoco creía que acciones armadas de esa índole pudieran sustituir la organización y la movilización masiva de todos los que luchan por su liberación.

El 9 de agosto de 1991, en una conferencia de Umkhonto We Sizwe, Mandela declaró: “La victoria en la lucha de liberación nacional depende de la participación activa y consciente de las masas del pueblo oprimido, determinando su destino propio por medio de la lucha… Siempre fue nuestra opinión… que la lucha armada de liberación se basa en las luchas políticas de masas libradas por los oprimidos, y surgía de ellas”.

Rechazamos la manera en que Barrera equipara la lucha por la liberación de palestina con Hamás y su dirección reaccionaria. Al parecer, Barrera ha olvidado que Hamás utilizó estos métodos despreciables contra los mismos palestinos años antes de la reciente masacre de civiles israelíes.

Después de ganar las elecciones en Gaza en 2006, Hamás tomó control del territorio por la fuerza y la violencia. En 2007 lanzó una guerra contra Fatah y otros palestinos, haciendo a algunos prisioneros, expulsando a otros y ejecutando a algunos.

El Centro Palestino de Derechos Humanos (CPDH) publicó un informe titulado “Días negros en ausencia de justicia: Informe sobre los sangrientos combates en la Franja de Gaza del 7 al 14 de junio de 2007”. El informe del CPDH dice: “Esta última ronda de combates cobró la vida de 161 palestinos, entre ellos 41 civiles. Esta cifra incluye a 7 niños y 11 mujeres. Además, al menos 700 palestinos resultaron heridos”.

Desde entonces, Hamás ha gobernado en Gaza con mano de hierro.

Panorama-Mundial ha explicado en repetidas ocasiones nuestro apoyo incondicional a la lucha de liberación nacional palestina. Ese apoyo no implica aceptar el antisemitismo y la brutalidad de Hamás, un gran obstáculo en la lucha por una patria palestina.

Editores de Panorama-Mundial



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