Editorial

Alto a la guerra de Israel contra los palestinos


Las atrocidades de Hamás perjudican la lucha de liberación nacional de Palestina



El asedio israelí de la Franja de Gaza — cortando los suministros de agua, alimentos y electricidad a sus habitantes, y acompañado de bombardeos generalizados como antesala a una invasión terrestre — amenaza a los palestinos con una escala de muerte y destrucción que podrían llegar a ser genocidas.

Los trabajadores del mundo entero debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para frenar la mano del gobierno israelí, mientras éste moviliza a sus fuerzas armadas para infligir aún más devastación sobre el pueblo palestino en respuesta a los repugnantes ataques de Hamás.


EDITORIAL


Ante la embestida militar de Tel Aviv, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, advirtió a los palestinos que se hicieran a un lado. ¡Pero no hay a dónde ir! Los 2 millones de personas hacinadas en el pequeño territorio – descrito a menudo como la mayor prisión al aire libre del mundo – están bloqueados al norte y al este por fuerzas israelíes y al sur por el ejército egipcio. Aparte del mar no tienen ningún otro lugar a donde ir, y allí se encuentra la marina israelí con su enorme arsenal.

El fuego y el humo se elevan en la ciudad de Gaza tras un ataque aéreo israelí el 8 de octubre de 2023. (Foto: Fatima Shbair / AP)

El mundo entero debe rechazar la política israelí de castigar de forma colectiva a los palestinos en Gaza, o en cualquier otro lugar, por las atrocidades cometidas por Hamás. Incluso los editores del New York Times, al expresar su apoyo a Israel, reconocieron que ese castigo colectivo es una violación del derecho internacional. No deben ser los palestinos de Gaza, Cisjordania y dentro de Israel los que tengan que pagar por las acciones de Hamás.

Hamás es un grupo antisemita que niega el Holocausto y a menudo ha lanzado cohetes y otros ataques contra objetivos israelíes con el objetivo explícito de “empujar a los judíos al mar”. Hamás ha gobernado Gaza con mano de hierro desde 2007, a menudo tomando represalias contra los palestinos que critican su perspectiva y su conducta, convirtiendo al pueblo palestino, de hecho, en espectadores en su lucha por una patria.

El 7 de octubre, cientos de hombres armados de Hamás derribaron barricadas y arrasaron con instalaciones militares israelíes y zonas residenciales cercanas a Gaza y mataron a cientos de israelíes. Como preludio de su asalto terrestre, Hamás lanzó una ola de cohetes que rompieron el “escudo de hierro” de Israel, alcanzaron la ciudad de Tel Aviv y más allá, y dañaron edificios residenciales y de otros tipos.

Los milicianos de Hamás persiguieron a civiles desarmados en sus casas y automóviles, disparando indiscriminadamente contra muchos, inclusive niños, a sangre fría. Algunos documentaron ellos mismos sus actos repugnantes en videos que publicaron en línea con orgullo. En el más grotesco de estos ataques, miembros de Hamás masacraron a más de 250 jóvenes que participaban en un festival de música en el desierto de Negev, en el sur de Israel. Esto hizo eco de la masacre cometida por ISIS en 2015 durante un concierto en París en el Teatro Baclan.

Ubicación del festival de música Tribu de Nova, en una zona rural agrícola a unos cinco kilómetros de la frontera entre Gaza e Israel, donde hombres armados de Hamás masacraron a más de 250 jóvenes. (Foto: Captura de pantalla de un video del Wall Street Journal)

El llevar a cabo y celebrar estos actos, entre ellos un desfile de rehenes ensangrentados por las calles de Gaza, no tiene nada que ver con promover la justa lucha del pueblo palestino por su autodeterminación. Muy al contrario, esta conducta perjudica la lucha de liberación nacional de Palestina.

Los pogromos de Hamás le dieron al régimen derechista de Netanyahu una nueva oportunidad para intensificar la represión de Tel Aviv contra los palestinos que se resisten a la ocupación sionista de su tierra en Gaza, en Cisjordania y aun dentro del propio Israel. Se verá restringido el espacio para la acción política de los partidarios de la lucha palestina en Israel y en los territorios ocupados. Y ha animado a Washington y a los otros aliados imperialistas de Tel Aviv a acelerar la entrega de ayuda militar y de otros tipos al estado colonial israelí.

Las atrocidades cometidas por Hamás deben ser condenadas sin titubear.

Los bombardeos de Hezbolá contra las granjas de Shebaa, un área en los Altos del Golán que Israel ha ocupado desde la guerra árabe-israelí de 1967, y las represalias de Tel Aviv empleando ataques con aviones no tripulados y artillería en el sur del Líbano, amenazan con abrir otro frente y ampliar el conflicto. Hezbolá, una organización política armada en el Líbano con una perspectiva similar a la de Hamás, indicó que el lanzamiento de sus cohetes fue en solidaridad con el ataque de Hamás. Ambos grupos son respaldados política, financiera y militarmente por el régimen clerical de Irán. Esos ataques no ayudan a promover ni la organización ni la movilización del pueblo palestino o de sus partidarios.

Al mismo tiempo, no podemos perder de vista el hecho de que Israel tiene un historial ininterrumpido de décadas de salvajismo contra el pueblo palestino que supera las acciones de Hamás. Esto incluye la expulsión masiva de palestinos de su tierra por la fuerza y la violencia en 1948; la denegación del derecho al retorno de personas expulsadas de sus hogares; la constante expansión de los asentamientos israelíes en los territorios ocupados, donde el control israelí es similar al apartheid; la brutalidad, la humillación, el encarcelamiento y el asesinato rutinarios de quienes se atreven a resistir la ocupación inhumana y, a menudo, de sus familiares; y la imposición de un estatus de segunda clase para los ciudadanos árabes de Israel.

Como escribió el periodista Gideon Levy en el diario israelí Haaretz el 8 de octubre: “Israel no puede encarcelar a dos millones de residentes de Gaza sin pagar un precio cruel”. Detrás de la reciente erupción está la “arrogancia israelí”, escribió Levy. “Acribillaremos a inocentes, les sacaremos los ojos y les romperemos la cara, los expulsaremos, los expropiaremos, les robaremos, los secuestraremos de sus camas, los limpiaremos étnicamente y, por supuesto, continuaremos el increíble asedio de Gaza. Y vamos a asumir que todo va a continuar como si nada hubiera pasado”.

Estos eventos demuestran que Israel fue y sigue siendo una trampa mortal para los judíos. En un folleto titulado ¿Cómo pueden sobrevivir los judíos?: una respuesta socialista al sionismo,[1] el líder socialista revolucionario George Novack explicó: “¿Cuál es la salida? Si los israelíes no quieren caer en una trampa sangrienta elaborada por los sionistas, tendrán que abandonar el exclusivo y agresivo Estado judío y optar por una federación de los pueblos árabes y judíos en el Medio Oriente”.

Novack continuó: “La salvación del pueblo judío no puede basarse en el chovinismo sionista, [o] en el imperialismo estadounidense… No pueden alcanzar la seguridad para sí mismos ni para nadie más mientras sigan existiendo las causas profundas de la discriminación, el racismo y el nacionalismo reaccionario”.

El peligro que representa la política sionista para el propio pueblo judío fue destacado por Peter Beinart, ex editor de la revista The New Republic, en un ensayo publicado el 10 de octubre en Substack. “Dejemos a un lado el horror de cortarle a Gaza la electricidad, el agua y los alimentos. Dejemos a un lado ese horror”, escribió Beinart. “Esto no les da seguridad a los judíos. Si fuera esto lo que mantiene a los judíos a salvo, lo que sucedió el sábado por la mañana nunca hubiera sucedido, porque Israel ya tiene 15 años bloqueando a Gaza. Israel ha aporreado a Gaza, bombardeado a Gaza una y otra vez. Di-s sabe que si golpear a los palestinos, si brutalizar a los palestinos mantuviera a los judíos a salvo, los judíos en Israel hubieran ya estado a salvo hace mucho tiempo, comenzando con la Nakba, cuando la mayoría de las personas que viven en Gaza fueron obligadas a irse a Gaza. Si fuera ésta la forma de mantener a los judíos a salvo, esto nunca hubiera sucedido”.

Como dijo acertadamente el gobierno revolucionario de Cuba en una declaración del 7 de octubre: “La escalada de violencia entre Israel y Palestina…  es consecuencia de 75 años de permanente violación de los derechos inalienables del pueblo palestino y de la política agresiva y expansionista de Israel”.

Compartimos la posición de Cuba de que hoy “una solución amplia, justa y duradera al conflicto israelí-palestino… [debe basarse en] la creación de dos Estados, que permita al pueblo palestino ejercer su derecho a la libre determinación y a disponer de un Estado independiente y soberano dentro de las fronteras anteriores a 1967, con Jerusalén Oriental como su capital”.


NOTAS

[1] Este folleto, ahora agotado, fue publicado originalmente como un artículo en el periódico The Militant el 7 de febrero de 1969, bajo el titular “Isaac Deutscher sobre el judío laico” (ver la página 8, en inglés).



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